La cuarta
revolución industrial, una era enmarcada por la disrupción tecnológica y la
innovación en los distintos sectores productivos, podría afectar la continuidad
de unos 7,1 millones de empleos a nivel mundial en los próximos cinco años.
Así lo explica el más reciente informe del Foro
Económico Mundial (WEF, por sus siglas en ingles), en el que además se
afirma que este escenario representa “una gran promesa”, pero también un enorme
desafío en términos de adaptación para corporaciones, gobiernos e individuos.
La investigación de WEF explica que dos tercios de
los trabajos que desaparecerán hacen parte del área administrativa (4,79
millones de puestos podrían extinguirse en el año 2020), especialmente las
actividades rutinarias que se realizan en oficina.
También están amenazados los oficios relacionados
con manufactura y producción (1,6 millones); construcción y extracción de
materias primas (497.000); entretenimiento (151.000); asuntos legales (109.000)
e instalación y mantenimiento (40.000).
En la medida en la que desaparezcan puesto de
trabajo, van a aparecer solo 2 millones de oficios nuevos relacionados con
el Internet de las Cosas (IoT), Big Data, analítica, impresión 3D, robótica o
nanotecnología.
De hecho, entre las profesiones más requeridas
para los próximos años destacan los expertos en computación y matemáticas
(405.000 nuevos empleos en el 2020), así como las distintas áreas de la
ingeniería (339.000 empleos).
El documento fue presentado justo antes de la
inauguración del Foro Económico Mundial en la localidad suiza de Davos, en
donde uno de los temas protagonistas será el impacto de la cuarta revolución
industrial en la vida de las personas.
Para el director de WEF, Klaus Schwab, “la
transformación será diferente de todo lo que el género humano ha experimentado
antes”, ya que definitivamente “alterará “nuestra forma de vivir, trabajar y
relacionarse entre sí”.
El economista alemán de 77 años divide la
revolución industrial en cuatro etapas. La primera (1784) es la del
desarrollo de los primeros artefactos mecánicos para reemplazar la fuerza de
los animales, la segunda (1870) es la de la producción masiva y la tercera
(1969) la define como la era de la automatización de los procesos.
Sin embargo, la cuarta revolución industrial
todavía no tiene una definición precisa ya que “no sabemos cómo va a
desarrollarse”, argumentó Schwab, y agregó que esta era se diferencia de sus
antecesoras por “la velocidad, el alcance y el impacto de los sistemas”.
El alcance de una nueva
revolución
Klaus Schwab plantea que los consumidores tienden a
ganar mucho de las revoluciones industriales, dado que “el costo de los
bienes cae, a la vez que aumenta la calidad” de los productos y servicios.
Desde reservar un restaurante hasta comprar
alimentos o ver una película, son algunas de las actividades que se pueden
“hacer al instante, en cualquier momento y en casi cualquier lugar”, agrega.
La teoría del experto parece tener mucho sentido en
la coyuntura actual, en la que las tecnologías han impulsado el surgimiento
de una economía compartida que ha facilitado la ejecución de proyectos
(crowdfunding), la movilización de las personas (carpooling) o el acceso al
conocimiento.
Sin embargo, el punto fundamental de la discusión
es garantizar que estos beneficios se distribuyan de forma equilibrada en toda
la sociedad, pues hasta ahora la promesa de igualdad no se ha podido cumplir
ni con la ayuda de las herramientas digitales dado que no se ha garantizado el
acceso.
Además, este nuevo escenario plantea el impulso de
aquello oficios que requieren “mayores niveles de educación”, pues los
puestos de trabajo que desaparecerán implican tareas físicas o de rutina,
detalla Schwab.
Precisamente, el más reciente informe de la
organización Oxfam sostiene que las 62 personas más ricas tienen la misma
riqueza que la mitad de la población mundial.
“A pesar de que los líderes mundiales hablan cada
vez más de la necesidad de abordar la desigualdad, la realidad es que la brecha
entre los más ricos y el resto de la población ha aumentado de manera drástica
a lo largo de los últimos doce meses”, explica la investigación.
Uno de los datos más preocupantes que arroja el
informe, es que “si bien el número de personas que viven en situación de
extrema pobreza se redujo a la mitad entre 1990 y 2010, los ingresos
anuales de los más necesitados han aumentado en menos de tres dólares en el
último cuarto de siglo”.
Fuente: Revista Dinero.com enero 2016.