No son pocas las pequeñas y
medianas empresas colombianas que por estos días están en “alerta máxima”
debido a que deben adaptar su contabilidad al modelo internacional que acogió
el país con la Ley 1314 del 2009. El plazo de migración es el 31 de diciembre
del 2016.
Las pequeñas y medianas empresas (pymes) enfrentan
grandes retos, quizás los empresarios no consideren como uno de los más
urgentes la producción y uso de la contabilidad.
Frente a problemas tan graves como las dificultades
de financiamiento, los altos costos de la formalización y estructuración
empresarial, la dura competencia con productos importados o la débil
infraestructura del país, el de la contabilidad y la información financiera
pueden parecer secundarios; sin embargo, recientes cambios muestran que la
contabilidad implica riesgos y retos a los que los empresarios de las pymes y
el Estado deben dar mayor prioridad.
Según cifras del Ministerio de Comercio, Industria
y Turismo a junio de 2014, las pymes representan el 3,5 % del tejido
empresarial del país; además, las microempresas son el 96,4 % de las entidades,
mientras que las grandes alcanzan apenas el 0,1%. Pero como dato muy relevante,
las microempresas generan un poco más del 50 % del empleo y las pymes alcanzan
el 30,5 % de la ocupación nacional; esto significa que lo que pase con ellas es
determinante para los procesos económicos nacionales.
En la actualidad, la atención de las pymes (así
como de las grandes empresas) se ha dirigido, esencialmente, a los asuntos
contables por los cambios legales en las normas y en los marcos técnicos de
contabilidad e información financiera que deben seguir las empresas; estos
cambios buscan que en el país se implementen las Normas Internacionales de
Información Financiera (NIIF), según la Ley 1314 de 2009 y sus decretos
reglamentarios.
Entre otras cosas, tal transformación implica la
separación de la contabilidad comercial o financiera de la información
tributaria. Según el Decreto 2548 de 2014, las empresas deben llevar un sistema
de
registro de diferencias o un libro fiscal para control, declaración y pago
de impuestos, separado de su contabilidad financiera. Esto es muy relevante
porque el tema impositivo es prioritario para los empresarios, en particular
para las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes), pues puede ser
determinante para su continuidad.
Al respecto, se han fijado diferentes plazos para
el cambio en la contabilidad de las empresas, los primeros estados financieros
que apliquen la NIIF de pymes deberán ser presentados al 31 de diciembre de
2016, con lo que la adopción del nuevo marco inicia el 1.º de enero de 2016.
Fortalecer cultura contable
Este proceso de cambio normativo está generando
retos para las pymes, ya que implica cambio organizacional, capacitación del
personal, contratación de consultores y reforma del software, entre otros.
Asimismo, contar con dos sistemas o mecanismos de conciliación de la
información contable y la tributaria, permitiría que la contabilidad apoye
efectivamente los procesos de decisión; además, impone costos que se deben
evaluar frente a los beneficios esperados, sin comprometer el objetivo y la
continuidad empresarial.
Es decir que los riesgos que enfrentan las empresas
se convierten en retos para el Estado. No obstante, hasta el momento no se
conocen los estudios técnicos sobre las necesidades de información contable de
las pymes ni sobre los impactos que traería la adopción de dicha norma. La NIIF
de pymes se acogió porque su adopción es una
“tendencia”, sin conocer sus impactos o su pertinencia para el tejido
empresarial colombiano. Los argumentos que se esgrimen parecen ser más
publicitarios que basados en evidencias.
Como resultado, el primer riesgo es que los costos
de la implementación y el mantenimiento de un sistema contable que siga la NIIF
de pymes pueden ser muy altos. La Unión Europea, en su Directiva 2013/34/UE
estableció, luego de estudios y consultas con los organismos estatales, que
ésta podría resultar costosa y generar una sobrecarga de procesos para los
objetivos y recursos de estas empresas, por ello no se aplica pese a que el
viejo continente fue el primero en el mundo en seguir esta normativa; algo
similar acontece en países latinoamericanos como México.
Por su parte, en Colombia ya se está viendo cómo el
mercado de consultoría y asesoría para la implementación y capacitación podría
estar “inflado”, debido a la obligación legal y a los plazos fijados. Los
costos se incrementan por la necesidad de dos sistemas o fuentes de
información: financiera y tributaria. Por tanto, hay un riesgo de ineficiencia
en el uso de los escasos recursos en las pymes.
Otro riesgo es que, aun asumiendo los elevados
costos de la implementación, su utilidad y uso para la “toma de decisiones”
nunca se logren, ya que resultaría ineficaz porque esta norma sigue el
enfoque de las NIIF dirigidas a las grandes empresas que buscan
proveer información útil para los inversores en mercados de valores, es
decir, ofrecerles datos que los ayuden a decidir si se compran o venden títulos
de propiedad o de deuda en los mercados.
Dicha visión de la toma de decisiones desconoce que
en las pymes la información para decidir es otra y que se relaciona más con la
eficiencia y la eficacia de las políticas de producción, mercadeo, gestión y
con el control que el propio empresario realiza. Por lo general, las pymes no
cotizan en bolsa y su propiedad es personal, familiar o cerrada. La NIIF
de pymes explícitamente señala que no está dirigida a los
propósitos de gestión de la empresa.
Asimismo, una razón adicional para que surja el
riesgo de ineficacia es que algunos tratamientos contables de la norma son poco
técnicos e incluso anticompetitivos; por ejemplo, en la NIIF de pymes no está
permitida la capitalización de los costos de financiación en la adquisición o
construcción de ciertos activos, como la propiedad, planta y equipo, mientras
que la norma para las grandes empresas sí permite que se capitalicen tales
costos.
Entonces, ¿acaso no son las pymes las que, por su
alto costo de financiación, más necesitarían realizar tal tratamiento? Se dice
que esto se hace para simplificar la información de este tipo de empresas, pero
al mismo tiempo se les exige realizar el deterioro del valor de los activos,
que es un proceso más complejo.
En ese sentido, la contabilidad en las pymes impone
sendos retos a los empresarios y al Estado. En el caso de la pequeña y mediana
empresa, se debe entender que la contabilidad no es solo útil para fines
tributarios, sino que puede ayudar a que esta sea más productiva, próspera y
sostenible en el tiempo; además, la contabilidad es la base para construir
confianza entre los financiadores bancarios, los proveedores, los trabajadores,
el Estado y la sociedad; en otras palabras, los empresarios necesitan
fortalecer su cultura contable.
Por su parte, el Estado debe comprender mejor el
contexto y las necesidades para la productividad de las pymes, ya que necesitan
una información con un enfoque diferente a la que requieren las grandes
empresas, una que viabilice y apoye su gestión, el control de los recursos y la
rendición de cuentas a terceros. Por todo esto, el Estado también necesita más
cultura contable, así como soportar con estudios técnicos sus decisiones de
regulación contable.
Dec. 12 de 2015
Por: Mauricio Gómez Villegas, profesor asociado
Facultad de Ciencias Económicas - Universidad Nacional de Colombia
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